Soñar con Canadá

Un sueño inolvidable es concretar el viaje por los lugares añorados y pensar en las alternativas que presentan las maravillosas ciudades con su modernidad. Canadá se podría convertir en el país de las fantasías, por su excelente desarrollo debido a sus programas exigentes y con proyección a su medida.

Si a usted le interesa, sus ciudades le harán sentir la transferencia de su calor cultural, su tecnología, la incomparable hospitalidad de su gente, las tarifas, sus diferencias y nexos con otros países, especialmente en el ámbito comercial. Sus universidades con su opción y oferta educativa disciplinar, el desarrollo particular, más los cursos para hablar bien otro idioma o una tercera lengua; más todas las expectativas inimaginables por cumplir, y que incluye en su mezcla, los diferentes lazos abiertos de unión formal para los negocios de interés comercial.
La pregunta que permanece latente es ¿cómo empezar una nueva era de cambio y de crecimiento personal?; este es el momento y el lugar majestuoso, merecido, para comenzar lo mejor de un tour histórico, cultural y hospitalario que incluye como su mejor excusa el disfrute de conocer y descansar en excelentes hoteles de una forma muy especial.
No pierda tiempo en alternativas, el disfrute y las buenas relaciones sociales no se solicitan, se las darán las ciudades, su gente y sus calles al caminar en observancia de su arquitectura y sus construcciones históricas. En visitar está el excelente plan y su oferta. Al ir de compras por las tiendas preferidas con sus grandes marcas; al dar una vuelta por sus centros y lugares de interés con sus mejores precios y promociones.
Todas las posibilidades comerciales y de negocios, con el atractivo financiero de inversión extranjera, o por el sencillo placer de ser turista y no querer marcharse, hacen que valga la pena pasar por Toronto, Quebec, el Lago de Ontario, las Cataratas del Niágara. Un válido consejo para salir es despegar hacia Canadá, por su infraestructura mundial y exhibiciones permanentes de sus centros comerciales, con el menor precio, lo mejor o el mismo nivel económico y potencial tecnológico de lo que se consigue en nuestro propio país.
Canadá, a su vez, es un país de inmigrantes, con una normatividad a prueba que asegura al viajero, lo protege y le abre oportunidades de solidez comercial dentro de su Estado. En la sencillez de las palabras, es ‘despegar y aterrizar’ hacia una nueva y enorme transformación económica, cultural y demográfica incomparable que nunca dejará de sorprender, con exclusivo poder de adquisición, en comparación de niveles y precios con otros mercados emergentes, por sus ofertas y sus oportunas posibilidades de crecimiento sólido a nivel interior, de espíritu anímico y de capital.
Canadá atrae por sus paisajes, sus campiñas, sus rutas, sus granjas, sus ecosistemas y toda su franqueza, su tecnología incomparable de interacción artificial, natural y humana; todo en función de respirar una tranquilidad adicional a esa misma emoción de visitar comarcas lejanas. Es una Nación organizada, grande en su desarrollo y estructura, que busca relacionarse por sus pujantes actividades atrayentes a todos los mercados, con el mejor esfuerzo de su conglomerado económico y con su participación de expertos, que son el resultado contable y sustancial de su oferta, la superación y la expansión.
Una muestra de su reconocimiento, en el mercado global, son las operaciones en Colombia, con la producción de oro y plata canadiense, Gran Colombia Gold, que cumple grandes metas en producción de oro por año.
El consentimiento general, e interior de privilegio, apunta a enfilar rumbo a Canadá, a una cultura de tesón donde no se contempla la restricción del crédito ni la reducción del gasto; he allí un centro universal de renovación fundante, cuyo comienzo es el baluarte de los valores, donde también se vislumbra los planes de negociaciones preliminares para el crecimiento, que se extrae de los señalados informes de fuentes cercanas y veraces, con su ola de rumores que no solo persuaden, confirman que es una visionaria nación estable.
Los miles de kilómetros que nos separan de Canadá, siempre serán una frontera cercana y equidistante para el optimista, por sus líneas de vuelo, sus hoteles, su gente y sus empresas que lo tienen todo previsto. Es una gran patria, con equiparable momento de atracción universal para todos los clientes; un llamado a experimentar tecnologías de última generación, a internacionalizarse y a disfrutar de los beneficios que aportan los sectores de empleo con sus tradicionales puertas abiertas. Un único punto, Canadá, para la aquiescencia del sí y del no pasar por alto, con los magníficos hoteles de majestuosa arquitectura funcional y todas las espectaculares construcciones, sitios, museos, ofertas y monumentos que deslumbran al excursionista, para brindarle toda la hospitalidad incomparable que requiere y, a su vez, sentirse con orgullo el protagonista de la historia.
V. Fernando Peñaranda Galvis